jueves, 7 de agosto de 2014

Reivindicando a Barbie


 Hace unos meses la muñeca Barbie celebró su 55 aniversario y entre tanto, alrededor del mundo y sobre todo en internet se comentaba la mala influencia que esta muñeca llevaba años siendo para las niñas.




Se argumenta de manera muy sencilla que la muñeca es hermosa, rubia, delgada, de proporciones increíbles, y que por tanto, le hace mal a las niñas.
 Es muy sencillo, como ya lo dije, pensar de manera inmediata que la imagen de una chica de este estilo puede afectar la autoestima de aquellas que la compran, que al ser inalcanzable, también los estándares de belleza de las niñas se vuelven inalcanzables, como que buscan (necesariamente) esperar a ser tan perfectas como una muñeca Barbie y si no lo logran, son feas, no valen como mujeres, etc.



Esto es lo que a primera vista (una vista de una nueva feminista, de esas que pelean sólo por su derecho y casi obligación de no rasurarse las piernas para mostrar su descontento con el mundo), puede decirse.
 ¿Pero qué les parece, si ahora vemos a esta muñeca desde el punto de vista de una niña?, ¿o de una persona que jugó con muñecas toda su vida y ahora es normal? ¿o de alguien que simplemente no se traga todo lo que aparece superficialmente?


Pensemos, qué es lo que hace atrayente a la muñeca Barbie y por qué ha sobrevivido a un sinfín de muñecas que fueron su competencia a lo largo de 55 años; pensemos en su competencia más o menos reciente como las Bratz o las Myscene, en ellas lo más importante y lo que más fomentaban fue el estilo, la moda y el cuidado de su belleza… pues fracasaron.
 Ahora, Barbie desde hace muchos años saca muñecas con motivos, incluso se presume que hay una Barbie para cada profesión (cosa que dudo, pero el mito habla de la realidad), muñecas astronautas, basquetbolistas, cocineras, maestras, científicas, doctoras, bailarinas, etc.


Y son precisamente este tipo de muñecas las que no necesitan de tanta promoción, de una película para avivar sus ventas, de series o de sinfín de comerciales, son las que sobreviven con el mínimo esfuerzo. ¿Por qué? Pues porque las niñas no buscan en Barbie ser la más hermosa o la más rubia, al contrario, buscan lo que la muñeca ha intentado promover desde su creación: jugar a ser grande, y no me refiero a sólo grande en la edad, me refiero a ser tan grande que puedes lograr ser lo que quieras, ¡el mismo lema lo dice! “Sé lo que tú quieras ser”.
 Yo me puse a pensar en eso y a recordar por qué compraba o pedía mis muñecas, por supuesto, no me limité a observarme sólo a mí, pregunté a amigas de su infancia,  cuidé a un par de niñas y jugué a las muñecas con ellas, así como observando las compras en el pasillo de Barbie, me di cuenta de que todas o casi todas las niñas quieren comprar la Barbie que hace lo que ellas ya hacen o son, o lo que quieren ser. Por ejemplo, las niñas que venían con uniforme de ballet compraban a una Barbie bailarina, lo mismo con una gimnasta, otra niña que quería ser veterinaria compró la Barbie veterinaria, en lo personal, obtuve Barbies de todo tipo, porque me encantaba jugar a ser todo.



Viendo todo esto, quiero decir que el mérito de Barbie es dejarnos ser, no limitarnos como piensan ciertos superficiales que se creen revolucionarios.
Cuando hace años me preguntaban que quería ser y yo respondía “quiero ser como Barbie” me refería a que quería ser astronauta, pintora, bailarían, científica, etc. Y a la fecha, sigo diciendo que quiero ser como Barbie, sin limitarme a una sola carrera, sin obtener una casa de un esposo, sin creer que no podré reinventarme jamás y finalmente, sin importarme lo que opinen los demás, creando un mundo para mí.


Reivindicando a Barbie por Rocío Isadora Barba Bejarano